Han pasado varios años y una bonita tarde se ilumina con el nacimiento de mi hija. Al principio no fue fácil porque no en todos pero todo el mundo decide juzgarte. Por suerte yo conté con el apoyo de mi familia y algunos amigos de los que tenía. No hay que hablar de aborto ni asesinato, tenemos que mirar en una sola dirección y la única vía de la felicidad contando con la fuerza es luchar, que significa, el motor de tu vida. Lo más grande sentir a un hijo.

Es muy difícil asimilar a una edad tan temprana porque te sientes tan lejos de poder educarlo que el miedo se apodera de ti y en ese momento piensas.. ¿Tengo miedo? ¡NO! ¿Miedo a una vida que viene?

Cuando haces las cosas mal hay que asumir los riesgos y admitir el error, lo mismo que admitir obstáculos y malos momentos que viviréis.

Para mí es mi bendición pero estoy plenamente segura de que os hará mejores personas mujeres valientes demostrando que solas sí se puede y pensareis ¿por qué? porque nunca estaréis solas y el amor de un hijo es el que nunca falla va floreciendo, día a día acelera tu vida como si se tratara de escuchar el propio latido de su corazón. Un corazón que habla a través de vuestra sonrisa, de esa mirada que está viva, que es especial, al escuchar ese misterio que está en vuestro interior, ese tesoro, vuestros hijos.

Cuando van creciendo te das cuenta de que la vida puede ser maravillosa.
Ser madre es la prueba más bonita y el proyecto más apasionante de una misma porque son ángeles que durante 9 meses han crecido dentro de nosotras una verdadera prueba de amor donde la vida aflora en nuestro interior.

Me quedo con una frase de mi hija viviendo un momento muy delicado en mi vida. «Mamá no estés triste».