En la biografía de muchas mujeres se ha grabado la dura experiencia de perder un hijo, bien sea por enfermedad, accidente, muerte súbita en el caso de algunos bebés y, en muchas ocasiones, durante el embarazo, antes de poder estrecharlo entre sus brazos.
Cuando esto ocurre es lógico hablar de ?maternidad truncada», porque, aunque no haya llegado a término su embarazo, una madre sabe que lo que ha perdido es un hijo y siente frustrada su ilusión de ser madre en esa ocasión.
En cualquier lugar del mundo cuando una mujer de cualquier edad, raza, credo, cultura o nivel económico se queda embarazada tiene bien claro que espera un hijo, no otra cosa. Y la inmensa mayoría ya se siente «madre» desde el inicio de ese embarazo. Incluso los hombres que son el cincuenta por ciento responsables de esa gestación, también se sienten «padres», porque lo son.
Y también cada vez más hombres sufren cuando esa paternidad incipiente se ve truncada por un aborto (espontáneo o provocado). Eso lo constatamos cada día en REDMADRE por toda España.
Cuando todavía seguimos esperando una reforma de la ley del aborto de 2010, vuelven a salir voces que intentan bloquear esa reforma defendiendo el supuestamente amenazado «derecho» de las mujeres a decidir; decidir abortar exclusivamente, al parecer, porque esas mismas voces no dicen nada del derecho a seguir con el embarazo y ser madres. Y esas voces olvidan, como lo han hecho siempre, a las miles de mujeres que ya lo hicieron (abortar) sin ninguna libertad de decisión, porque lo hicieron forzadas, engañadas o con la imposición de la terrible realidad de que no tenían nada que ofrecer a sus hijos, sólo «quitarse el problema» de una maternidad imprevista o no planeada.
Pueden pasar días, meses o incluso años tras el aborto al que algunas mujeres acudieron confiadas en que, de verdad, se acababa «su problema», cuando el suceso más inesperado como la noticia de un embarazo en la familia, la visión de un bebé, un escaparate con ropa de recién nacido, la cercanía de la fecha del nacimiento de ese hijo que nunca llegó, les abre la herida que mantenían escondida en su interior casi ahogada, y vuelcan en sí mismas o en las personas de su entorno la enorme frustración, el dolor contenido y la angustia de una maternidad truncada por el aborto de su hijo.
Que no nos engañen esas voces que gritan por ?el derecho al aborto?, porque, además de ser un gran negocio en manos de unos pocos empresarios, lo que realmente supone el aborto es la maternidad truncada, rota, de cientos de miles de mujeres que son abandonadas, despreciadas por su embarazo y abocadas a tomar una decisión que quizás con la debida información, apoyo y ayuda no tomarían.