De nuevo llega el 8 de marzo, Día Internacional de la mujer, y de nuevo tenemos que hablar de la vergüenza de las desigualdades, injusticias y discriminación (en algunos casos hasta marginación) que sufrimos las mujeres en el ámbito laboral y social.
Llegamos al siglo XXI con la esperanza puesta en la superación de estas desigualdades, pero de momento no se ha conseguido gran cosa. Por ejemplo, las mujeres seguimos cobrando un salario inferior a los hombres en el mismo puesto de trabajo, con la misma responsabilidad (a veces más, y con más formación para el mismo puesto). Y en una entrevista de selección de personal, a una mujer se le pregunta si tiene «cargas familiares», es decir, si es madre o tiene intención de serlo. A un hombre no, y puede ser tan padre o tener intención de serlo, como una mujer es madre o quiere serlo. Para un hombre la paternidad puede ser un título añadido a su CV que incluso sume puntos para ser contratado. Una mujer tiene que llegar a ocultar su embarazo para no ser despedida.
Mientras esta injusta forma de tratar a la mujer en el ámbito laboral no sea superada, se seguirá considerando la maternidad como una «carga» para la mujer, y miles de mujeres tendrán que optar entre ser madres o desempeñar una profesión, sintiéndose forzadas muchas veces a tomar la terrible decisión de abortar a sus hijos. Ese es el caso de más del 70% de las mujeres que atendemos en REDMADRE por toda España, mujeres que sufren una auténtica marginación laboral por el hecho de estar embarazadas y ser madres.
El embarazo no es una enfermedad ni la maternidad es un obstáculo para que una mujer realice un trabajo con eficacia y profesionalidad. En algunos sectores, incluso, se está considerando a la mujer-madre como una trabajadora con una motivación añadida, la de sacar adelante a su familia.
En el ámbito social la cosa no mejora para las mujeres-madres. Aún hoy a muchas mujeres embarazadas casi se les da el «pésame» en vez de la enhorabuena. Y todavía siguen muchas mujeres ocultando su embarazo durante los primeros meses, sin la asistencia médica tan necesaria en esa etapa de la gestación, por evitar las críticas y comentarios despectivos hacia su futura maternidad.
El cambio de mentalidad que lleve a erradicar del panorama socio-laboral la discriminación injusta que sufrimos las mujeres, máxime si somos madres, y la valoración de la maternidad como el bien social que es, pasa por un cambio radical en las políticas de apoyo a la maternidad, que en España son prácticamente nulas.
Es de vital importancia que dejemos de estar a la cola de la UE en políticas efectivas de apoyo a la maternidad porque está en juego no sólo la superación de la marginación y discriminación de la mujer-madre, sino la propia supervivencia de la sociedad en su conjunto.