El pasado 22 de diciembre se publicó el informe del Ministerio de Sanidad sobre el número de abortos en España en el año 2019. Informe que ha pasado bastante desapercibido por la fecha en que se divulgó (paradójicamente en vísperas de Navidad).
El número total de abortos en 2019 fue de 97.398. Cifra escandalosa donde las haya (mayor que el número de muertos registrados por Covid en 2020). Vemos como la cifra aumenta cada año (un 3,6% respecto de 2018) sin que a nadie le preocupe lo más mínimo. No es un titular de los telediarios, ni es ?trending topic? en Twitter. Nuestra sociedad está anestesiada y el aborto se relega al ámbito de lo privado. Las mujeres que recurren a él son invisibles, siendo solo un número en una estadística.
De cada 100 mujeres embarazadas 21,3 han recurrido al aborto, ¡una de cada cinco! Mujeres que han pasado por el trauma del aborto sin que nadie se haya preocupado por ellas. ¿De verdad podemos creer que todas han tomado esta decisión habiendo recibido información veraz y actuando libremente?, ¿cuántas de ellas han sido presionadas (violencia psicológica) por sus parejas para que no continuaran con el embarazo? Algunas incluso sufren violencia física del padre del hijo que esperan para que tomen la decisión de abortar. ¿Cuántas de ellas han sido sometidas a chantaje emocional de parte de sus familias?, ¿cuántas de ellas han recurrido al aborto por miedo a perder su trabajo?, ¿cuántas han sentido pánico ante la soledad del embarazo y nadie las ha escuchado?
Cuando las mujeres que han sufrido un aborto llegan a REDMADRE con motivo de otro embarazo, llegan con el deseo de continuar, a pesar de las dificultades que les rodean, dificultades que no son diferentes a las que tenían en el anterior embarazo, pero ellas ya no quieren repetir la experiencia traumática del aborto. Nos cuentan su soledad, la presión que sufrieron, y la premura con la que se tomó la decisión. Son mujeres que no han superado el duelo, se queda retenido, porque la sociedad niega que haya dolor en el aborto provocado. Las mujeres no pueden hablar de ello, ni pueden llorar, ni mostrar sentimientos encontrados sobre su decisión, ni culparse, ni culpar a otros, ni pensar en su hijo. Primero se les aboca al aborto y luego a un silencio sepulcral.