Crear una sociedad amable con la vida y la maternidad es, también, nuestro objetivo. Y para ello es imprescindible superar algunas de las más lacerantes consecuencias de la crisis económica, las políticas públicas y la globalización no gobernada por nadie: la inestabilidad laboral, la precarización del empleo existente y la exclusión social permanente de parte de nuestra juventud que no logra encontrar un hueco acogedor en la vida económica para proyectar desde esa seguridad económica su vida familiar y su vocación a la paternidad/maternidad.

No corresponde a REDMADRE proponer soluciones a estos problemas; pero sí es nuestra obligación poner de manifiesto este problema lacerante, cronificado y creciente pues constatamos en nuestra labor diaria cómo para muchos jóvenes la inestabilidad laboral o la ausencia crónica de todo trabajo remunerado genera un  comprensible horizonte  de desesperanza que les lleva a interiorizar el miedo a dar vida y a debilitar o excluir la voluntad de crear familia en serio.

El trabajo es un derecho de las personas y las familias que el Estado no puede materializar de forma voluntarista, pero sí es obligación de todos (y de forma singular de los gobernantes) construir una sociedad en la que todos puedan trabajar para -entre otras cosas- estar en condiciones de crear y sostener ese nicho ecológico de la vida que es la acogida familiar basada en la paternidad/maternidad.