Publicado en ABC– Opnión: Tribuna abierta 7/03/2016
A propósito del Día Internacional de la Mujer, que se celebra mañana martes, reflexionaré sobre las circunstancias actuales de las mujeres y su derecho a la maternidad. ¿Están contentas las mujeres? En todas las encuestas donde se pregunta a las mujeres si han tenido los hijos que les hubiese gustado, se recoge la misma respuesta: ¡no! Las mujeres españolas no han tenido los hijos que querían. Al preguntarles por las causas la mayoría responden que es por causas laborales y económicas. ¿Qué ocurre entonces con las famosas políticas de conciliación?
Parece que no hay verdaderas políticas que ayuden a las mujeres y a los hombres a conciliar la vida laboral y personal. Durante años se ha presionado para que las mujeres renunciaran a la maternidad si querían desarrollar una carrera profesional. Varias generaciones de mujeres han tenido que elegir entre el trabajo y la maternidad (siendo esta segunda elección despreciada por la sociedad y por las mujeres que eligieron trabajar). Pero ¿de qué se trata? ¿De ayudar a la mujer a evitar las consecuencias de su feminidad: la maternidad? o ¿apoyarla para que concilie su derecho al trabajo y a la maternidad.
Hay que recordar que las primeras leyes laborales se promulgaron para defender a las mujeres embarazadas de trabajos peligrosos para su salud y la del hijo que esperaba. Ahora, alcanzado un nivel de progreso mayor, ofrecemos una solución más elaborada pero también más dañina para la mujer y sus hijos: ¡No protejo tu maternidad, simplemente la evito! Estamos aprobando políticas que bajo la demagogia de liberar a la mujer la esclavizan aún más sometiéndola un sistema de producción tan duro como el del S.XIX pero con distintos métodos.
Acaba de publicarse una iniciativa del ejército de EE.UU. que consiste en sufragar la congelación de óvulos y esperma a sus militares buscando retenerlos cuando llega el momento de formar una familia. «Entendemos las necesidades que tienen y queremos ayudarlas a equilibrar los compromisos con el ejército y la familia». No son los primeros, grandes multinacionales llevan años ofreciendo esta «ventaja» a sus empleados.
No se entiende bien la insistencia de las investigaciones para separar el embarazo del cuerpo de la madre y a la vez utilizar a otras mujeres como «esclavas maternales». ¿Es aceptable pagar a una mujer por tener el hijo de otra en su seno? Poco a poco vamos leyendo en la prensa los conflictos que van surgiendo alrededor de la maternidad subrogada como, por ejemplo, los casos de personas que encargan el trabajo a la mujer y que la denuncian porque ella se niega a abortar al embrión cuando a este se le diagnostica una enfermedad. Hay un gran vacío legal entorno a estos temas. Estamos creando un nuevo grupo de trabajadoras que ganan un sueldo alquilando su vientre. ¿Son libres para elegir? ¿Qué tipo de mujer acepta ese trabajo? ¿Si tuviera algo mejor lo haría? ¿Se ven forzadas a hacerlo por circunstancias socioeconómicas?
¿Y los niños nacidos por maternidad subrogada? ¿Hemos pensado en ellos? ¿Qué sentimientos surgirán en su interior? Los estudios que se están haciendo en EE.UU. sobre los niños nacidos por inseminación artificial relatan las dificultades que tienen en la adolescencia con la identidad: responder a la pregunta ¿Quién soy yo? ¿De quién vengo? Es más complejo que lo que la sociedad light en la que vivimos quiere hacernos creer.
El embrión es uno de nosotros y se merece ser tratado con dignidad desde el momento de la concepción. El próximo 12 de marzo en París habrá un gran Foro de la Federación One Of Us donde entre otras reivindicaciones se hará la de pedir a la Unión Europea que no financie la investigación con embriones.
Se echa de menos un auténtico movimiento feminista que defienda a la mujer en todas sus dimensiones, apartado de falsas ideologías liberalizadoras y que niegan la auténtica naturaleza de la mujer con su potencial de maternidad.
Casualmente es en Francia donde cobra fuerza un movimiento feminista que discute los postulados tradicionales del feminismo radical respecto de la maternidad. Han querido hacer de la mujer un hombre, pero las mujeres no somos hombres. Debemos tener los mismos derechos civiles ¡faltaría más! Pero que se respete nuestra singularidad de mujeres. Hacer visible la maternidad, sin ensalzarla y sin denigrarla, naturalizándola e incorporándola a la vida social, esa es la reivindicación que desde esta tribuna lanzo.
Es posible que uno de los grandes errores de la industrialización y su sistema de producción haya sido separar la vida personal y familiar de la vida laboral. Hemos entrado en la era postindustrial donde las nuevas tecnologías posibilitan el trabajo desde cualquier lugar, donde los horarios rígidos se han superado y se puede ser productivo sin sufrir largas jornadas laborales fuera de casa. Un tiempo donde compatibilizar la vida familiar y laboral es más fácil que nunca, también para los hombres, padres, que deben corresponsabilizarse del cuidado de los hijos, para que la mujer pueda desarrollar plenamente su carrera profesional. Mi lema para este día será:
¡No me guardes los óvulos, ayúdame a cuidar de mis hijos!