Llego a la oficina de la Fundación REDMADRE en Madrid un jueves al mediodía. El calor en la capital de España empieza a ser asfixiante, por lo que agradezco el aire fresco que se respira en su interior. Allí me reúno con Mercedes Castilla, psicóloga y voluntaria de la fundación, quien me enseña los diferentes departamentos de la oficina. Tal y como se define en su web, REDMADRE pretende estableces una «red solidaria de apoyo, asesoramiento y ayuda a la mujer para superar cualquier conflicto surgido ante un embarazo imprevisto, en toda España«.
Mercedes me explica que cuentan con voluntarios encargados de atender y acompañar a las embarazadas mediante un seguimiento semanal por teléfono y personal cada quince días; de acoger a las mujeres embarazadas en sus casas o de asumir las tareas de oficina… pero los voluntarios que más necesitan son los que se encargan de tareas de «rescate«. Estos, me explica «tienen que tener una disponibilidad horaria plena, ya que podemos recibir una llamada de emergencia a cualquier hora del día de una madre a punto de abortar. En ese caso hay que ir hasta donde esté la madre aunque sean las tres de la mañana y viva en la sierra«.
Nos sentamos frente a una mesa de reuniones redonda detrás de la cual, pegados a la pared, hay numerosos carteles a modo de «photocall» con el logo de REDMADRE y la fotografía de una madre embarazada que bien podría ser española, latinoamericana, marroquí o rumana.
Comenzamos la conversación, y Mercedes Castilla me expica que empezó a colaborar con REDMADRE hace más de dos años. Su especialidad en realidad poco tiene que ver con las mujeres embarazadas o con las mujeres que han sufrido un aborto: «yo soy especialista en drogodependencias«.
Hace aproximadamente tres años recibió en su consulta a una adolescente que quería abortar. «para mí fue un shock porque nunca me había encontrado con una situación así. No sabía muy bien cómo hablarle. El sentido común, mis creencias y mi experiencia como madre (en ese momento estaba embarazada de mi tercer hijo) me ayudaron a protegerla contra el aborto«. Mercedes reconoce que quizás sus palabras fueron un poco torpes, pero que fue capaz de prevenirle de las consecuencias del aborto, y finalmente la madre tuvo a su hijo.
«Al poco tiempo tuve otra experiencia con otra paciente que venía por una depresión muy aguda. Hacía un año que había abortado«. Esas dos experiencias le hicieron darse cuenta de la importancia de las pesonas que rodean a las mujeres en riesgo de abortar. «Eso me hizo reflexionar y movió algo dentro de mí. Esas dos situacones me hicieron tomar la decisión de hacer algo y ayudar a mujeres estaban embarazadas en una situación problemática o que ya habían abortado y que sufrían las consecuencias«.
Un mes después le surgió la oportunidad de colaborar con REDMADRE y no lo dudó. Me explica que la mujer que acude a ellos viene con un pensamiento muy negativo de la maternidad. «Mi trabajo principal es hablar bien de la maternidad, de lo positivo y de las bondades que tiene la maternidad; hablarles de la esperanza, y entonces la mujer sonríe«.
Mercedes considera que si todos «pusiésemos ese granito de arena que es hablar bien de la maternidad, que la maternidad no te quita nada, sino que te da más de lo que tienes, crearíamos una sociedad mejor. Todos esos hijos que ahora están por nacer son el futuro«.
También les ayudan a concienciarse de que lo que realmente tienen es una vida humana. «Les hacemos ecografías para que vean que lo que tienen dentro no es una celulita, es un ser vivo y es su hijo. Eso es muy importante para ellas, porque visualizan la existencia real de esa vida«.
A veces el problema no es que la mujer esté embarazada, sino que no tiene trabajo, o dinero, o que piensa que la van a abandonar. «Se le ofrece ayuda psicológica, ayuda matenial, el apoyo que necesita, porque son momentos en los que la mujer se siente muy vulnerable, muy sola. La Fundación REDMADRE lo que hace es que la mujer se sienta protegida y no se sienta sola«.
Por: Miguel Pérez Pichel