Hace unas semanas tuve la gran oportunidad de asistir al II Congreso Internacional de Bioética organizado por la Fundación Jérôme Lejeune en Roma. Es obligatorio dar la enhorabuena a los organizadores por la calidad humana y académica de cada uno de los ponentes. Las conferencias fueron de un nivel muy alto con ponentes de diferentes continentes, lo que dio una especial importancia a la unión de criterios enriqueciendo la mirada compartida entre todos.

Se trataron temas de mucha actualidad muy necesarios para aprender de cada uno y crecer en verdad a la hora de valorar los retos bioéticos que el siglo XXI nos presenta. Entre todos, muy relacionado con nuestra misión en REDMADRE, me parecieron: la edición genética, la gestación subrogada, el diagnóstico prenatal y la eutanasia neonatal, los paliativos neonatales y el transhumanismo, que conllevan todos estos asuntos.

Sobre todos conviene estar bien informados por expertos investigadores para conocer bien ‘la letra pequeña’ de cada uno de estos desafíos. En muchos casos resulta muy fácil sobrepasar ‘las líneas rojas’, que dejan a un lado el verdadero sentido de la ciencia médica (curar o proteger la vida curando) para dar respuesta a intereses humanos de otro orden. A esto nos ayuda la Bioética: nos sirve para que la dignidad humana tenga prioridad en nuestra sociedad, siendo los entornos sanitarios y científicos clave para ello por ser fuente de conocimiento.

Me conquistó de este II Congreso que el hilo conductor de las conferencias eran frases conocidas del Dr. Lejeune que inspiraban cada una de las sesiones tratando temas nucleares para afrontar de manera acertada los dilemas que se ponen de manifiesto.

En el 30 aniversario de su muerte, pudimos admirar al Dr. Jérôme Lejeune y su legado como profundo sabio a la hora de acompañar a cada uno de sus pacientes con alguna discapacidad como un ser único merecedor de recibir todo el Amor con el que fue creado.

Fue conmovedor culminar, después de dos jornadas llenas de ciencia, conocimientos, testimonios y datos experimentales, en la verdadera fuerza que actúa de la forma más eficaz y potente entre los seres humanos: el Amor. A través de la verdadera escucha. De la mirada trascendente. De la entrega.

Gracias Dr. Lejeune por dejar un legado tan profundo. Gracias a Fundación Jérôme Lejeune por cuidarlo y mantenerlo fiel a su fin de dar servicio a toda la sociedad. Era evidente la amistad de cada ponente con el Doctor. ¡Algunos cruzaron el planeta para intervenir en el Congreso! Con razón, está en proceso de beatificación. Por algo será…

Ya están las fechas del III Congreso el próximo año, lo recomiendo al 100%. Es un regalo que fomenta el valor de la maternidad para llegar al amor por la vida.