Aunque se cursen denuncias sobre las irregularidades cometidas en estos centros privados, como los del doctor Morín, comprobamos con gran tristeza que lo que de verdad importa, o parece importar todavía en nuestro país es liberar y amparar a los empresarios del aborto, dejando en el más absoluto abandono a las mujeres que viven el conflicto de un embarazo imprevisto o con dificultades.

Desde que se despenalizó el aborto en España en 1985 el negocio del aborto ha sido y sigue siendo uno de los más lucrativos, no parece afectarles la crisis en absoluto. De hecho en 2011, según las cifras oficiales del aborto facilitadas por el Ministerio de Sanidad (118.359) este negocio pudo obtener unos beneficios superiores a 50 millones de euros. Por las dependencias de los abortorios pasan cada día miles de mujeres embarazadas con dificultades, muchas de ellas angustiadas y solas, sufriendo quizás presiones de todo tipo para estar allí, a punto de someterse a una intervención que por supuesto les dicen acabará con el «problema» de ese embarazo imprevisto. Lo que no les dicen es que quizás lo que van a vivir allí les marcará por el resto de sus vidas, les causará un problema mayor al que creen estar enfrentándose y sufrirán secuelas psicológicas que otras mujeres que decidieron ser madres no tendrán. En demasiadas ocasiones estas mujeres no cuentan con el tiempo, la serenidad, la información y el asesoramiento necesario para afrontar una decisión tan grave en sus vidas, pasan sin más a engrosar las estadísticas de abortos. Aunque se cursen denuncias sobre las irregularidades cometidas en estos centros privados, como los del doctor Morín, comprobamos con gran tristeza que lo que de verdad importa, o parece importar todavía en nuestro país es liberar y amparar a los empresarios del aborto, dejando en el más absoluto abandono a las mujeres que viven el conflicto de un embarazo imprevisto o con dificultades.