Mi nombre es Mercedes, tengo 39 años y dos hijos maravillosos. Desde hace unos años vivo sola con mis hijos; mi matrimonio se rompió y tuve que trabajar duro para cuidar y criar a mis hijos. No me importó demasiado, porque por los hijos se hace lo que sea.
Soy de esas mujeres que saben lo que es ser madre y padre a la vez, y lo último que quería es que mi hija Leticia, la pequeña, pasara por algo parecido. Pero ocurrió, Leticia se quedó embarazada hace un año, cuando tenía 16. No era el momento, no era lo que nos venía bien. Ella estudiaba en el Instituto, yo trabajaba casi todo el día, fue un duro golpe cuando me lo contó. Sobre todo sabía que su vida había cambiado, se había complicado y no sabía cómo íbamos a afrontar aquello.
El chico que la había dejado embarazada no quería saber nada del tema, y mejor así, porque sólo le decía que abortara, que sería lo mejor para los dos y su relación.
Leticia lo tuvo claro desde el principio, no quería abortar, quería tener a su bebé, a pesar de las dificultades que pudiera suponer ser madre con 16 años, y sin el apoyo del padre de su hija. Pero Leticia no estaba sola, nos tenía a su hermano y a mí, su madre, que la apoyábamos en su decisión, y estaríamos a su lado siempre.
Nuestros amigos y familiares nos criticaron muy duramente, nos decían que estábamos locas, cómo se nos ocurría no abortar, permitir que mi hija fuera madre tan joven. Facilidades para abortar teníamos muchas, incluso se lo podían hacer gratis, nos dijeron.
Pero no quisimos escuchar, nadie podía obligar a mi hija a abortar, si ella no quería. Además, sabíamos que lo mejor para ella misma era tener a su bebé, el aborto no nos habría traído más que tristeza y depresión, a toda la familia.
Los profesores del Instituto también apoyaron a Leticia y, según ellos, su rendimiento mejoró muchísimo durante el embarazo. La ponían de ejemplo ante sus compañeros, y yo estaba muy orgullosa de ella. Y lo sigo estando, ya ha nacido mi nieta Alba, una preciosidad de niña que nos tiene locos a todos.
Mi hija seguirá estudiando, pero sin dejar de ser responsable de su niña, ella es su madre. Para cualquier madre es muy duro aceptar que su hija adolescente se ha quedado embarazada tan pronto, pero si no la apoyamos, si no aceptamos ese embarazo y la forzamos a abortar, le estaremos haciendo un daño quizás irreparable.