Artículo publicado en La Razón
El 22-N, cientos de miles de personas hicieron oír su voz en las calles de Madrid bajo el lema «Cada Vida Importa». Reivindicando la derogación de la vigente ley del aborto y reclamando políticas activas de apoyo a la vida y a la mujer embarazada. Han pasado ya varias semanas y no hay respuesta alguna del Gobierno; ni explicaciones ni compromisos.
Parece que ni los programas electorales, ni los compromisos del propio Gobierno ni el el clamor de la calle merecen respeto por parte de éste. Parece ?y esto es más grave? que el derecho a la vida del aún no nacido y la mujer embarazada no son dignos ni de un mínimo de atención por parte del presidente del Gobierno. Parece que estas graves cuestiones sólo merecen el silencio y el desprecio callado de las instituciones.
Tras el anuncio de Rajoy de que no cumplirá su compromiso de derogación de la «ley Aído», sólo hemos escuchado vagas referencias de los ministros a temas colaterales, como la elaboración de un Plan de Familia o el aumento de la protección de las menores de edad, pero nada que tenga que ver con la modifi cación legal en materia de aborto. Para mayor confusión aún, algún ministro ha dicho en rueda de prensa ofi cial en la Moncloa que él sigue defendiendo la vida, mientras que otro ministro declara que el aborto no debe ser perseguido. Es decir, en materia de aborto parece como si el Gobierno no existiese o no tuviese criterio alguno. Y, mientras tanto, siguen practicándose decenas de miles de abortos que son fi nanciados por las arcas públicas, mientras a las embarazadas que deciden seguir adelante con su embarazo nadie las ayuda salvo las ONG que han asumido esta responsabilidad que el Estado se niega a hacer suya. El aborto es algo gravísimo pues están en juego vidas humanas de niños y la propia mujer; el número de abortos que hay en España es un verdadero escándalo (¡más que en Alemania, que tiene casi el doble de población!). ¿Es posible que el Gobierno de la Nación no tenga nada que decir ante algo tan terrible y escandaloso? ¿Cómo es posible tamaña irresponsabilidad, máxime en un equipo de personas y en un partido político que hasta ayer decían que iban a afrontar este problema?
Una parte importante de la sociedad española ha demostrado que no está a dispuesta a acostumbrarse al aborto banalizado y normalizado, que no está dispuesta a que sobre este inmenso drama caiga el silencio cómplice. ¿El Gobierno y su presidente no tienen nada que decir a esta excelente parte de nuestra sociedad que se preocupa de verdad por mejorar la calidad ética de nuestro entorno? ¿Cree el Gobierno y el partido que lo sustenta que basta con decir: votadnos, aunque os despreciemos a vosotros y a lo que os importa, porque las alternativas son peores? La apelación al miedo puede mover voluntades en las dictaduras, pero no es arma legítima ni sufi ciente en las democracias frente a ciudadanos responsables. El silencio del Gobierno no hará que esa mayoría de ciudadanos que se sienten responsables de coadyuvar a acabar con el aborto y lograr una auténtica protección de la maternidad se aburra y desista de sus pretensiones.
Si alguien piensa que pasados unos meses este tema será suplantado en la cabeza de la gente por otros, se equivoca totalmente. Somos muchos los que no vamos a renunciar a seguir haciendo presente ante nuestra sociedad la causa de la vida y la maternidad, también a efectos electorales, por todos los medios posibles. Por responsabilidad, por respeto a los ciudadanos y porque el tema se lo merece, es necesaria una respuesta del presidente Rajoy. Si no se produce esa respuesta, será la propia sociedad civil quien la pronunciará hasta que alguien se convierta en su portavoz en las instituciones.