En épocas de profunda incertidumbre política respecto al gobierno de las naciones, como el que vivimos hoy en España, conviene recordar que los gobernantes son muy importantes y tienen una gran responsabilidad, pero que -a la vez- todos los ciudadanos somos tan responsables de nuestra sociedad como los gobernantes; o, incluso, un poco más, porque ellos pasan y nosotros, los ciudadanos normales de la calle, permanecemos.
Gobiernen quienes comparten mucho, poco o nada mis ideales, mi responsabilidad es la misma: aportar lo que esté en mi mano para que la sociedad en que vivo sea justa y la mejor posible. Para ello cuento con mis derechos (libre expresión, asociación, reunión, voto, etc.); pero -y esto es aún más importante pues no desaparece ni bajo las dictaduras que niegan los derechos humanos- sobre todo cuento con mi responsabilidad irrenunciable de ayudar a que la vida de mis conciudadano sea lo más humana posible pues, como escribió el clásico «nada humano me es ajeno». Yo -y tú- somos responsables de la sociedad en que vivimos por el hecho de que es nuestra sociedad y nuestros conciudadanos son nuestra responsabilidad porque estamos aquí, a su lado. Y eso al margen de que nos gobiernen unos u otros.
Porque vivimos en una época en que la banalización del aborto es el gran drama de nuestro tiempo -lo más grave que nos ocurre, como dijo lúcidamente hace ya mucho tiempo Julián Marías-, a ti y a mí nos corresponde hacer lo que esté en nuestra mano para que no haya abortos, para evitar este inmenso desgarro moral que rompe y destroza vidas, genera dolor y lastra a la sociedad acostumbrándola a algo terrible. Que el Gobierno de turno se implique también en esta justa causa o no, ni aumenta ni disminuye nuestra responsabilidad como ciudadanos de nuestra época.
Por vivir en esta época, reconstruir una sociedad amable con la vida, la mujer embarazada y la maternidad es mí responsabilidad ?tú responsabilidad- hagan lo que hagan los gobernantes. Renunciar o abdicar de esta responsabilidad porque otros la abandonen (por ejemplo, los gobernantes), no es propio de personas responsables.