Desde que comenzó la crisis ha aflorado un tema que hasta entonces estaba silenciado en España, el de la pobreza infantil. Antes de la crisis el problema ya existía, también en los demás países europeos. Las tasas de pobreza infantil relativa estaban aumentando más rápidamente que para el resto de la población. La crisis ha agravado la situación de nuestros niños.

Desde 2007 hasta 2010 el crecimiento de la pobreza crónica de la infancia en España ha sido del 53% (UNICEF Informe ?El impacto de la crisis en los niños?). Hay más niños pobres y estos son más pobres. ¿Dónde están estos niños? ¿En qué tipo de hogares viven? Viven en hogares de familias de origen extranjero, familias numerosas, familias con sus padres en paro y en hogares monoparentales.

La ?Encuesta de Condiciones de Vida 2011? señala que la tasa de riesgo de pobreza para los hogares monoparentales es del 38%.  Es una tasa altísima. En Fundación REDMADRE conocemos muy bien estas situaciones, ya que atendemos a mujeres embarazadas y/o madres generalmente sin pareja ni apoyos familiares que inician su vida familiar en hogares monoparentales. El riesgo de pobreza de los niños nacidos en este entorno es muy grande. Vienen al mundo en condiciones muy extremas donde sus madres ni siquiera tienen la capacidad de comprar la ropa y los enseres necesarios para empezar la crianza.

Jonathan Bradshaw, en su estudio ?Pobreza y bienestar infantiles?, apunta a la ineficacia de la protección social que reciben las familias españolas; se compara el gasto público dedicado a las familias con el destinado a la protección de los pensionistas, este último ha sido privilegiado al igual que en el resto de los países meridionales dado que se confiaba en que las familias se ocuparan de los niños.  

Según los expertos, la eficacia de la protección social es un factor que determina la pobreza infantil y sus consecuencias. En Europa hay muchas diferencias en los sistemas de protección social, pero hay un dato que desde hace años es fijo: en todas las estadísticas España se sitúa en la franja de los países donde el gasto es más bajo.

Una de las consecuencias de esta situación es que España, comparada con otros países europeos, presenta tasas elevadas de pobreza infantil que se han incrementado durante la crisis. Este año finaliza el II Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia (2013-2016) donde uno de sus objetivos era la atención integral a las familias y a los menores en situación de exclusión social promoviendo programas de atención integral e intensificando las actuaciones ante los grupos más vulnerables. Objetivo que está lejos de cumplirse en un momento donde se han reducido las prestaciones sociales por parte del Estado.

Desde esta tribuna pedimos a las Administraciones competentes que incrementen los recursos destinados a paliar la pobreza infantil. Invertir en la infancia es invertir en el futuro.