Para la mayoría de personas, las relaciones familiares siguen constituyendo un soporte afectivo y emocional, un sistema de protección y ayuda mutua, difícil de encontrar en otros ámbitos, que promueve el crecimiento y bienestar afectivo y personal de todos sus miembros. Sin embargo, las familias también encuentran dificultades para llevar a cabo estas tareas, que de hecho consideran importantes, como dedicar el tiempo suficiente a la crianza y educación de sus hijos, a atender parientes enfermos o dependientes, o sencillamente construir un espacio de convivencia que les permita vivir un estilo de vida solidario interpersonal e intergeneracional.
En estas páginas se recoge un elenco de buenas prácticas de apoyo a las familias, llevadas a cabo en los últimos años en entidades públicas, privadas y asociativas en diversos países europeos