En Baleares se acaba de derogar la ley de protección de la maternidad aprobada la pasada legislatura según el modelo de la ILP RedMadre. El argumento -como en los casos de quienes en latitudes galaicas manifiestan incomprensión con el trabajo del voluntariado REDMADRE- es que en nuestra sociedad existe una libertad real para decidir ser madre o abortar, por lo que no hay razón para proteger el derecho de la embarazada a ser madre. Podemos enfadarnos o indignarnos por este tipo de decisiones y la profunda ignorancia que acreditan sobre la vida real de tantas mujeres… pero no basta con eso?. Hay que intentar analizar cómo podemos ayudar a superar esa opinión -que en muchos casos hay que suponer honesta, aunque errónea-.

Debemos reconocer que la situación real de las embarazadas en situaciones problemáticas  sigue siendo desconocida por una parte de nuestros gobernantes y creadores de opinión. Y es nuestra obligación ayudar a superar este prejuicio basado en un desconocimiento total de la realidad social.

Pensando en este problema es fácil evocar aquellas épocas del primer liberalismo decimonónico en que gente biempensante se oponía a cualquier legislación tuitiva laboral o de seguros sociales porque negaba que los trabajadores estuviesen en situación de explotación inhumana puesto que «voluntariamente» aceptaban trabajar en las condiciones indignas que se les ofrecían en las fábricas o las minas. A superar esta situación de ignorancia ayudaron tanto la literatura -Dickens en Gran Bretaña o Sue en Francia, por ejemplo- como otras fuentes de información que hicieron visible la situación real de las personas que se suponía «voluntariamente» se sumaban a aquel mercado inhumano del trabajo. Lo mismo sucedió en la lucha contra la esclavitud: alguien ha escrito que hizo tanto por la abolición de la esclavitud de los negros en USA La cabaña del Tío Tom como los ejércitos del Norte antiesclavista.

REDMADRE debe movilizar la visibilización de la embarazada en riesgo de exclusión, sometida a todo tipo de presiones para no ser madre y acosada por un entorno personal o laboral hostil a su maternidad. Hoy ya no será el folletín novelesco decimonónico el medio, sino la red. Tenemos que hacer mucho más en este campo para hacer llegar con la fuerza de la imagen y el testimonio personal la realidad de tantas mujeres a esos políticos y líderes de opinión que desde la comodidad de su sillón no acaban de enterarse de lo que pasa en la vida real.