Mi nombre es Saray, estoy embarazada de 8 meses. Vine de Ecuador hace tres años para trabajar y no entraba en mis planes quedarme embarazada, pero cuando pasó casi me alegré. No le ocurrió lo mismo a mi novio, que decidió dejarme en ese mismo momento. Me dijo que no estaba preparado para ser padre, ni para responsabilizarse de una familia.
La situación en España está difícil, por eso trabajo en dos sitios cada día, con un horario agotador. No tenía tiempo de ir al médico de mi ambulatorio, pero necesitaba saber cómo iba mi embarazo, ya estaba de 10 semanas (2 meses y medio). Una amiga me facilitó el teléfono de una clínica privada de Madrid donde hacen ecografías en fines de semana, y les llamé.
Cuando entré me di cuenta de que era una clínica de abortos, pero ya estaba allí y no podía perder la cita ese sábado para la ecografía. Fue muy extraño porque no me la enseñaron, ni me comentaron nada sobre el estado de mi bebé, sólo confirmaron la semana de gestación y listo. De allí me condujeron al despacho de una Trabajadora Social de la clínica que me confirmó la cita para abortar el lunes siguiente, sin preguntarme qué quería hacer yo, ni mi situación personal, ni nada de nada.
No podía creerlo, tenía cita para abortar a mi hijo sin haberlo solicitado, sin haberme preguntado siquiera, era tan horrible que me pasé el día llorando, ¿es que no podría hacer otra cosa que abortar?. El domingo salí de paseo con una amiga ecuatoriana a la que le conté todo lo sucedido, ella me facilitó los datos de una Fundación que podía ayudarme (Fundación REDMADRE).
Cuando les llamé me dijeron que nadie podía obligarme a abortar, que la decisión era sólo mía y si yo no quería hacerlo, tendría todo el apoyo que necesitara en mi embarazo y en el cuidado de mi hijo. Ese mismo día me llevaron a hacerme una ecografía que sí me enseñaron, fue muy bonito escuchar el latido del corazón de mi bebé. El médico que me atendió me contó cómo iba a seguir el embarazo y me aseguró que todo iba muy bien.
Desde entonces no me siento sola, una voluntaria está conmigo todas las semanas, hablamos a menudo y me acompaña de vez en cuando a las revisiones médicas. Cuando nazca mi bebé seguiré teniendo su compañía y su apoyo, y les doy las gracias por ello.