Este domingo las asociaciones y ONGs comprometidas con la defensa de la vida, la mujer embarazada y la maternidad celebran un año más el Día Internacional de la Vida como se viene haciendo desde hace años en muchos países alrededor de la fecha del 25 de marzo. Este evento -más allá del tipo de acto y del número de asistentes: unos años grandes manifestaciones, otros, actos más modestos- es muy importante pues acredita que en España y en muchos otros países hay personas que no están dispuestas a acostumbrarse al gran drama de nuestra época: la banalización de la vida que tiene su más espectacular manifestación en el aborto legal y normalizado en tantas sociedades.
Se calcula que al año hay en el mundo unos 50 millones de abortos; es decir, 50 millones de dramas intensos y lacerantes en las vidas de otras tantas mujeres; 50 millones de niños que no llegan a nacer; 50 millones de parejas desgarradas por la complicidad con la destrucción de la vida; sociedades enteras que ven normal, legalizan y apoyan el aborto como una forma aceptable e, incluso, aconsejable, de resolver los problemas personales y sociales asociados al embarazo; toda una mentalidad que admite una forma de violencia destructora de la vida como algo digno de protección y amparo legal y estatal; el abandono de la mujer embarazada carente de todo apoyo para ser madre y abocada al aborto como la única «solución» a sus problemas…
Que haya gente que todos los años hace un gesto público para poner de manifiesto que esta banalización de la vida no es normal ni aceptable es señal de esperanza en nuestro mundo. Que estas gentes levanten año tras año la bandera de la defensa de la vida del no nacido y del moribundo, del torturado y de la víctima de la violencia domestica; que se opongan al terrorismo y a las dictaduras; que se ocupen de los derechos de las mujeres y de los niños; que preconicen políticas públicas y leyes verdaderamente progresistas y comprometidas con las personas en riesgo de exclusión social… es algo muy reconfortante y satisfactorio.
El Día Internacional de la Vida, su celebración una año más en España, merece nuestro aplauso y genera confianza en que hay razones para la esperanza en que algún día llegaremos a construir un mundo donde de verdad el derecho a la vida sea respetado y amparado por todos, es decir, un mundo más solidario y comprometido con la dignidad humana.