Murcia es una tierra generosa, como generosos fueron los murcianos que, dejando a un lado el cansancio y las incomodidades propias de un viaje relámpago de ida y vuelta en el mismo día, asitieron a la convocatoria en favor de la vida, la mujer y la maternidad que recorrió las calles de Madrid el pasado 14 de marzo. La asitencia fue masiva en gran medida gracias a la desinteresada labor de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), que puso a disposición de los asitentes cuantos autobuses fueron necesarios: veintidós en total, de los cuales nueve salieron de Murcia capital, cuatro de Cartagena, tres de Yecla, otros tres de Cieza, dos de Alcantarilla y uno de San Pedro del Pinatar.
La marcha se caracterizó por la alegría, como corresponde a quienes son fervientes defensores de la vida. Es verdad que la defensa de la vida obligó a gritar alto y claro: ¡No al aborto!; pero este grito no fue ni podrá ser nunca un grito contra la mujer, sino por el contario a favor de su dignidad como persona y de su derecho a ser madre, y a poder elegir libremente serlo, sin presiones afectivas, familiares, laborales o de otro tipo.
Para algunos que piensan -en muchos casos por desinformación- que estas marchas no apoyan a la mujer ni reclaman ayudas para ella, reproducimos estas palabras de Benigno Blanco al comienzo de su discurso de clausura de la convocatoria del 14 de marzo:
«Estamos aquí para ofrecer a todas las mujeres embarazadas el apoyo que necesiten para ser madres, para decirles que no están solas.
Estamos aquí para tender, también, nuestra mano en ayuda de todas aquellas mujeres que han pasado por un aborto, si nos necesitan».
Sí, es verdad. ¡No estáis solas! Los cientos de miles de personas que se manifestaron en Madrid así lo atestiguan.