Tras 19 meses de pandemia y restricciones a la movilidad, en REDMADRE estamos alcanzando la velocidad de crucero.
Tanto la Fundación REDMADRE como las Asociaciones REDMADRE locales están operativas: el acompañamiento es presencial, la recogida y entrega de enseres ha vuelto a los protocolos anteriores al COVID (con un plus de seguridad e higiene), muchos cursos se imparten en las sedes y volvemos a estar presentes en actos, congresos y entregas de premios.
Aunque parezca que desde marzo de 2020 todo cambió para nosotros, nada ha cambiado en lo esencial. La Memoria de actividades de 2020 que hemos presentado hace unos días así lo indica.
Seguimos ofreciendo apoyo a todas las mujeres embarazadas que tienen dificultades para continuar su embarazo. Las mujeres que llegan a REDMADRE encuentran personas que entienden las circunstancias por las que están pasando y se ponen a su disposición.
Durante estos meses no hemos podido abrazar, ni dar la mano, ni tocar con afecto el hombro, ni dar un achuchón a los niños recién nacidos; las mujeres no han visto nuestra sonrisa, pero hemos regalado la presencia de voluntarios al otro lado del teléfono escuchando con cariño a modo de cálido abrazo; y hemos ofrecido nuestra voz, que en su camino llevaba apoyo e información.
Cuando poco a poco se volvió a acompañar a las mujeres de forma presencial, fue posible ofrecer la mirada más acogedora que teníamos, nuestros ojos sonrientes y también algunas lágrimas de solidaridad por las circunstancias dolorosas por las que las mujeres estaban pasando.
Mantenemos las medidas de prevención, distancia física y mascarilla, y aumentamos las inmensurables actitudes de cariño, empatía y solidaridad que caracterizan a las personas que colaboran con REDMADRE.
