Se ha abierto el debate en la Asamblea de Madrid tras la presentación de una Proposición No de Ley por parte de Ciudadanos. Quieren que el Gobierno central impulse una Ley de Gestación Subrogada.

En el año 1976 se produjo el primer caso de maternidad subrogada en Estados Unidos y a mediados de los 80 el primer conflicto legal, también en Estados Unidos, cuando un matrimonio, contratado para que la esposa gestara por maternidad subrogada, se negó a entregar al hijo. El niño procedía del óvulo de la madre gestante y el semen del hombre que contrató los servicios. El juez otorgó la custodia al padre biológico (contratante) y un régimen de visitas a la madre biológica que llevaba a cabo el embarazo en sustitución de la esposa del padre biológico. Desde entonces ha habido multitud de conflictos legales en torno a estas cuestiones.

En España la maternidad subrogada está prohibida por el artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, que declara nulo de pleno derecho cualquier contrato por el que se pacte, con precio o sin él, la gestación a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero. Pero sin embargo una Instrucción de 5 de octubre de 2010 contempla la inscripción en el Registro Civil de niños nacidos por esta técnica cuando ha ocurrido fuera del territorio español con algunas condiciones. Una moción del Parlamento Europeo de diciembre de 2015 condena la maternidad subrogada al considerar que socava la dignidad de la mujer con fines lucrativos.

Contratar a una mujer para que lleve en su seno una vida humana es un tema complejo donde habría que analizar cuestiones biológicas, psicológicas, legales, éticas y económicas, entre otras. Pero en todo caso es claro que esta técnica permite la compraventa del niño en gestación y la mercantilización del cuerpo de la mujer como un bien susceptible de alquiler; y esta no es opción humanista ni progresista como están denunciando feministas de diversos países, incluida España.

La biología tiene unas reglas que cuando se incumplen produce consecuencias que no siempre se conocen y que no podemos controlar. Consecuencias en la madre y en su hijo y en la sociedad en su conjunto. Esto descalificaría la adopción también.

La maternidad subrogada convierte el cuerpo de la mujer y al niño en objetos de negocio mercantil y supone que el embarazo pasa a ser una prestación adquirible en el mercado,  algo incompatible con la dignidad humana tanto de la mujer como del niño; implica que no se respetan los derechos de filiación de la persona. La Convención de los Derechos del Niño en su artículo 1 declara que el niño tendrá derecho, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos.

Desde el punto de vista legal están surgiendo multitud de problemas por todo el mundo. La mentalidad de compraventa que subyace lleva a casos como el ocurrido no hace mucho tiempo en Tailandia. La mujer, gestante de gemelos, fue conminada a abortar al niño Down por la pareja australiana que contrató sus servicios. La mujer se negó y fue denunciada. Ella se quedó con el niño con Síndrome de Down y la pareja se llevó al gemelo sano. El pasado 12 de marzo recibió el Primer Premio One Of Us en París por su valentía.

¿Qué empujó a esta mujer y a su esposo a someterse a una maternidad subrogada? La pobreza, esta es la motivación de las miles de mujeres de India, Tailandia, Rusia etc. que se contratan por unas cantidades muy atractivas para ellas (pero muy baratas si se trata de poner precio a una vida humana) imposibles de conseguir en sus países y que les resolverán sus problemas económicos. Estamos hablando de personas pudientes del primer mundo que quieren ser padres y no pueden o no quieren llevar un niño en su seno durante nueve meses y contratan el trabajo a mujeres pobres del tercer mundo que no tienen posibilidad de ganar dinero de otra manera. ¿Es la nueva esclavitud del Siglo XXI?

Cuando se abre la puerta a la lógica del deseo como legitimadora de los contratos y éstos afectan a la propia vida humana, se ha traspasado  una barrera invisible pero muy relevante: la que separa la civilización de las épocas no humanistas. ¿De verdad queremos apoyar este inmenso retroceso?